miércoles, 1 de julio de 2009

Se cierra el telón

Se cierra el telón… todo es silencio; todo es instante pausado de un ligero susurro, puede pasar cualquier cosa antes del último aplauso. Tras el telón, los amantes se muestran indiferentes después del gran final. Del beso entregado no ha quedado nada, solo permanece una mano distraídamente rozando otra, el romance sea apaga mientras afuera suenan melódicamente los aplausos de la gente conmovida por una caricia artificial… en ellos (los espectadores) no hay razón alguna, pues se han dejado llevar por el sentimiento más violento: el amor.

Se abre el telón… retumban con más fuerza cada uno de los elogios de la gente: aplausos, gritos, silbidos. Nada puede ser más perfecto que ese momento, todos están segados por una ilusión. En el escenario, con gran delicadeza y precisión, así tal cual se había previsto, los amantes se adelantan para saludar a su público, ellos son el centro y el elemento por el cual se hizo posible la magia. Los amantes se detienen haciendo parecer que frente a ellos queda un abismo por el cual no pueden avanzar más, se toman la mano con un cariño fingido (lo cual a la audiencia no le importa en ese momento), se sonríen como dos pequeños niños traviesos y finalmente efectúan la tan esperada reverencia… la audiencia estalla de euforia, el teatro retumba… los amantes salen juntos y satisfechos del escenario.

Una vez más se cierra el telón… todo llega a su fin, los aplausos se van apagando poco a poco, se han sofocado algunas risas, y de nuevo el lugar es apoderado por un silencio oscuro. Hasta la última alma hechizada se ha ido, ya no queda nada más que el recuerdo de lo vivido: de dos amantes, de una promesa, del amor infinito y del aroma de un beso al final consumado.
Y en los camerinos… solo abunda la distancia infinita entre los que jugaban a ser amantes; no se hablan, no se miran, y sus labios los separa el sentimiento de no querer amar. Todo a terminado, solo fue una realidad inventada… una ilusión.