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Sigo… continúo en este todo que me invade. Me pesa, y aunque no hay cuerpo en mí que sienta dolor, ahora, el sufrimiento es más intenso y diferente; ¡y no hay remedio para esta dolencia!, pues es intangible e interno… ¿interno? ¡Pero si no hay nada afuera ni dentro de mí! Este dolor sólo nace cuando se está a la deriva de lo desconocido, cuando se es fragilidad en medio de un laberinto de piedra a punto de derrumbarse. En cada segundo que permanezco aquí, me voy inventando de sensaciones nuevas: un cosquilleo me invade en dónde antes había piernas; mi pecho se llena de tiempo y espacio; por mis manos no corre sangre, pues no hay venas por donde pueda circular; en ellas sólo circula libertad e inquietud. Quiero sujetar este momento y guardarlo de recuerdo, pero no puedo, aún no me acostumbro a mi nueva morfología (si a esto que soy se le puede definir así), a mi nueva índole, aún no se cómo olvidar mi naturaleza humana tan limitada por lo profano. ¡Cómo quisiera olvidarlo todo y comenzar desde lo que soy en este momento! Antes de vivir esta experiencia, soñaba que estaba recostada en un jardín formidable de grandes árboles, era de noche y el cielo ocultaba todas sus estrellas.
En mi rostro, suavemente el aire, enfriaba mis mejillas, y era en ese instante donde me daba por meditar, al sentirme tan frágil como en este momento. Muchas veces, dentro de mis cavilaciones, pensaba en cómo se sentiría ser viento. “¿Cómo sentirá el Viento al tropezarse con unas distraídas mejillas?” Ese momento ha llegado, ahora ya no lo pienso más, ahora lo siento, pues desde que viré un poco a la derecha mientras sentía como me fragmentaba hacia la izquierda tan bien, me invadió la esencia del Viento. No era “cómo” si sintiera al Viento. ¡Yo era él! No podría describir, ni mucho menos calificar con una palabra que es lo que se siente, pero quiero decir algo que realmente me conmueve: El Viento tiene su propio aroma; El ser Viento, permite oler su propio perfume, uno muy sutil, frágil y delicado, pero (paradójicamente) sumamente penetrante y confuso, pues no se puede definir en un solo aroma, todo lo contrario: el perfume del Viento envuelve la esencia de todas las cosas.
El perfume se ha ido, la sensación me ha abandonado… He dejado de ser Viento.
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