lunes, 5 de enero de 2009

Las Bifurcaciones del Ser (part.III)

Quedó en mí esencia, el último aroma que pude percibir antes de dejar de ser Viento, una mezcla de manzanas verdes; y de corteza con hojas recién cortadas. Era muy agradable la sensación que ese aroma provocaba en mi absoluto, pero poco a poco se fue desvaneciendo. Sólo había sido aquel viento pasajero. Así es él, siempre presente en todas partes, pero no permanece en ningún lugar. He de admitir que fue aterradoramente fascinante poseer por un instante al Viento, o… ser poseída por él. Me asusta que esa sensación sea sólo una de las primeras que me aguardan, pues entonces ya sabría que esperar de ahora en adelante: únicamente sensaciones, igual o más aterradoras y extraordinarias como esa. Lo cual no me convencía por completo. Quería dar marcha atrás. Una parte de mí quería regresar a las simples y primitivas sensaciones de un cuerpo humano, pero otra parte, la más fuerte y dominante, deseaba seguir y perderse en el misterio de un infinito aún desconocido para ella. Sentía que en cualquier momento se iba a romper el frágil hilo que aún me ataba a la realidad mundana de donde pertenecía, para así, dispersarme y desaparecer definitivamente de lo que era en lo terrenal y, a su vez, dejar de ser lo que era ahora.
Aún con la desconfianza superpuesta en mis sensaciones, decidí continuar con el riesgo de desaparecer por completo, pues aunque hubiera optado por regresar a mis sensaciones mundanas, no sabía la forma de hacerlo. Estaba totalmente en un falso dilema, pues era como tener que escoger entre dos puertas, y en la cual una de ellas, en donde se hallaba la salida, estuviera totalmente cerrada. Así me sentía, totalmente engañada por el azar.

No había otra opción, tenía que seguir con esta fascínate pesadilla.


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