No lo hagas... -me decías-
ya has caído en ese pozo.
No lo quieras... -susurraste-
No necesitas más quimeras,
más de lo mismo con lo de siempre.
.
¿Lo deseabas? -preguntaste-
Entonces todo fue silencio,
silencio entre el pensamiento y la palabra.
Sólo silencio, aunque en el pensamiento
lo deseaba.
Quién diría que serías tú
el que vendría a atormentarme,
a frustrar el sueño que se me niega
casi siempre, que me abandona en la vigilia
muerta y deseosa de sueños.
Ni tú sabías lo que hiciste esa noche
en lo más profundo de mi sueño.
Fue un crimen, sí, no lo niego,
y me arrepiento de pensar que
inconsciente lo deseara tanto como tú.
Nadie nunca lo sabrá.
Lo prometo...
ni siquiera tú.